jueves, junio 12, 2008

"¡SALVE, OH TRONO SANTO DE DIOS...!"

Salve, oh trono santo de Dios, ofrenda divina, casa de la gloria, ornamento precioso, joya escogida, propiciatorio universal, cielo que proclama la gloria de Dios, oriente que hace brillar la luz inextinguible, que procede de lo más alto del cielo, y de cuyo calor, o sea de su providencia, nadie jamás se substrae. Salve, tú que, al nacer, rompiste las ataduras de la esterilidad, aniquilaste el oprobio de la infecundidad, sumergiste en las profundidades la maldición de la Ley e hiciste florecer la bendición de la gracia. Con tu ingreso en el Santo de los santos diste cima al voto de tus padres, pusiste el fundamento de nuestra absolución y llevaste la plenitud de nuestra alegría, puesto que abriste paso al que es el principio de la gracia.

San Germán, Patriarca de Constantinopla
Homilía Mariológica I, 17

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