miércoles, agosto 15, 2007

EPÍSTOLA DEL SÍNODO DE OBISPOS DE LA IGLESIA ORTODOXA RUSA EN EL EXTERIOR (IORE)



El pasado diciembre hacíamos referencia a la anhelada reunificación de la Iglesia Ortodoxa Rusa - Patriarcado de Moscú (IOR) con la Iglesia Ortodoxa Rusa Fuera de las Fronteras (IORE o ROCOR) -ver-. Dicha reunificación de hermanos que habían estado separados por superados desencuentros y las trágicas circunstancias que se instalaron en el seno de la Iglesia Rusa a causa de la Revolución Bolchevique y el régimen comunista de los Soviets en Rusia y otros Estados de la ex-URSS, se produjo final y felízmente el pasado día 17 de enero y tuvo su marco principal en la Catedral de la Ascensión de Moscú. Para ver fotografías de tan esperado acontecimiento y otras noticias de agencias sobre el mismo pueden visitar el blog de noticias de la parroquia ortodoxa rusa de Alicante, de San Simeón y San Inocencio:

Adjuntamos hoy el interesante documento que constituye la Epístola del Sínodo de los Obispos de la ROCOR difundida el día 30 de junio de 2007 en su reunión de San Francisco (EEUU):

[Obispos de la ROCOR junto al Metropólita Laurus]

Epístola del Sínodo de Obispos a los Piadosos Pastores y al Rebaño amado por Dios de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Exterior (*)



"La Gracia sea sobre ustedes, y la paz, de Dios nuestro Padre y de Nuestro Señor Jesús Cristo "


(Filipenses 1:2)

Habiéndonos reunido en la ciudad de San Francisco preservada por Dios, en la casa de San Tíkhon, residencia del Justo San Juan de Shanghai y San Francisco, el Milagroso, nosotros, los archipastores, en los días previos a su festividad, nos dirigimos a todos con las palabras con las cuales el Señor Resucitado habló a Sus amados discípulos: "La paz sea con ustedes"

Esta es la primera sesión después de la ceremonia de firma del Acta de Comunión Canónica que restableció la unidad de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Fueron testigos de ese gran momento no sólo sus participantes y la multitud de miembros del clero y peregrinos que acudieron a Moscú para la celebración, sino que también millones de fieles en todo el mundo, quienes siguieron el desarrollo del evento por televisión y por internet. Realmente, tan significativo día resonó en todo el mundo Ortodoxo: "Este es el día que el Señor ha hecho: alegrémonos y regocijémonos en él." (Salmo 118:24).

Sin embargo, no se puede ignorar que no todos los hijos de nuestra Iglesia, y no todos sus Pastores, han aceptado por igual lo sucedido. Algunos, incluso, la han abandonado, alejándose hacia diversos grupos sin fundamento canónico, o, mas aún, formando nuevas entidades pseudo- eclesiásticas. Nos lamentamos por cada alma que nos abandona y rogamos por su retorno al seno de la Iglesia.

Los zelotes, "en desacuerdo con el conocimiento" (Romanos 10:2) repiten sin cesar que nuestra Iglesia ha abandonado a sus fundadores, ha traicionado su herencia. Parece inútil discutir con quienes defienden tales acusaciones: esa gente no oye a nada ni a nadie mas que a si mismos: "Ojos tienen, pero no ven; tienen oídos, pero no oyen " (Salmo 135:16, 17).

Pero reflexionemos, amado rebaño: ¿en qué consiste esa herencia? Prácticamente todos los obispos de Rusia durante la época de tribulación y persecuciones, tanto en la Patria como fuera de ella, nunca dejaron de repetir: Todo lo que el Señor permite que suceda actualmente con la Iglesia Rusa, y todo lo que ha sido emprendido por los representantes de su jerarquía durante esos horribles tiempos será, en ultimo término, juzgado y decidido finalmente por el Concilio Local ( Pomestny) de toda Rusia. Esto pertenece al problema del ecumenismo, y a la relación de la Iglesia con el estado bajo un régimen totalitario. Esto es, precisamente, lo que establece la Resolución del Concilio de Toda la Diáspora, y no nos alejaremos de ella por una minucia.

Para comenzar a preparar un Concilio de ésa naturaleza, es necesario que todas las partes de la, una vez unificada, Iglesia Rusa estén en relación fraterna, juntas frente al mismo Cáliz; tiene que estar claro que de otra manera es inimaginable celebrar tal Concilio: no hay Concilio sin conciliación, conciliación que se nos concede sólo en la comunión fraterna Eucarística y canónica. Es por eso que el documento firmado en la ciudad reinante ( pervoprestol' ny) de Moscú proyecta no "el final de la Iglesia en el Exterior" como sostienen algunos, sino lo contrario, el comienzo del proceso lleno de gracia del cierre definitivo de las heridas inflingidas a la Iglesia Rusa. En este sentido, el Acta de Comunión Canónica se puede considerar cómo la primera medida pre- Concilio. Sólo ahora se pueden comenzar a dar los pasos necesarios para celebrar un Concilio Local ( Pomestny) de Todas las Rusias, el cual era anhelado por los Nuevos Mártires de Rusia, por los Jerarcas de la Iglesia Rusa Fuera de Rusia, comenzando por el Bendito Metropolitano Antonio. La necesidad de un Concilio así, después del re-establecimiento de la normalidad en la vida de la Iglesia en Rusia, está expresada en el Ukase No 362 del Patriarca Tíkhon, es decir, el mismo Ukase que se convirtió en la base para la creación de una administració n propia de la Iglesia en el Exterior.

El esfuerzo por re establecer la unidad en la Iglesia Rusa una vez abolido el estado ateo es la verdadera esencia del legado de nuestra Iglesia Fuera de Rusia- la razón primaria de su origen y de su persistencia hasta hoy.

Les recordamos una y otra vez, amados nuestros: nuestra Iglesia permanece independiente en "los asuntos pastorales, educacionales, administrativos, de gestión, de propiedad y civiles." Esto significa que cualquier intento del Patriarcado de Moscú por apoderarse de las propiedades de nuestra Iglesia, con lo que los falsos zelotes asustan constantemente a la gente, es sólo producto de su imaginación. En realidad, se podía temer a tales intentos antes de la firma del Acta, en la cual se establecen claramente los asuntos de las propiedades.

No podemos olvidar que la Iglesia Fuera de Rusia consideró siempre que la ausencia de comunión canónica y Eucarística con la Iglesia en la Patria era una situación extrema y transitoria, justificada solamente hasta la desaparición del régimen de gobierno ateo en Rusia, cómo se establece en el Párrafo 1 del Reglamento de la Iglesia Ortodoxa Rusa Fuera de Rusia. Una vez desaparecido el estado sin Dios y terminadas las brutales persecuciones y el esclavizamento de la Iglesia por los ateos, el autoaislamiento artificial de la Iglesia Fuera de Rusia no sólo no tendría fundamento canónico, sino que sería pecaminoso, porque sería una violación a la ley del amor. "si un hombre dice, amo a Dios, y odia a su hermano, es un mentiroso: porque aquel que no ama a su hermano, al que ve, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ve?" (1 Juan 4:20).

Cumplamos la principal ley de Cristo, las leyes del amor a Dios y al prójimo, empezando por los de nuestra propia sangre, nuestra propia fe, nuestros hermanos y hermanas en la Patria muy martirizada, que tanto han soportado durante los años de crueles persecuciones.

Los actos de personas individuales, ya sea jerarcas o simples laicos, con miras al Terror Rojo, deben dejarse al juicio de Dios, Quien es "lento para la ira y abundante en misericordia" (Salmo 103:8).

Llamamos a todos nuestros amados hijos en todo el mundo a la paz y a la unidad de pensamiento, a permanecer en la verdadera verdad y amor Divinos.

"La Gracia sea con ustedes, la misericordia, y la paz, de Dios el Padre, y del Señor Jesús Cristo, el Hijo del Padre, en verdad y amor " (2 Juan 1:3).


(*) Es una traducción del original al castellano debida a Elizabeth Jurlow.

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