Una oración del Desierto
Señor Jesucristo, a Quien todas las cosas obedecen: perdóname por lo que hice y concede al pecador que soy no pecar más.
Señor, creo que aunque no lo merezca, Tú puedes limpiarme de todos mis pecados.
Señor, sé que los hombres miran a la faz de otros hombres, mas tú ves en el corazón de ellos.
Envía tu Espíritu a lo más profundo de mi ser, y que Él se apodere de mi alma y de mi cuerpo.
Sin Ti no puedo ser salvo; contigo a protegerme, anhelo por la salvación...
Te ruego, ahora, sabiduría, y que Te dignes en Tu bondad inmensa a ayudarme y a defenderme.
Guía mi corazón, Dios Todopoderoso, para que me acuerde de ti día y noche.
Amén.
(De Lecturas diarias con los Padres del Desierto; introducción y edición de Benedicta Ward, SLG)
No hay comentarios:
Publicar un comentario