martes, diciembre 05, 2006

CROACIA: CONVERSIONES MASIVAS DE SERBIOS ORTODOXOS AL CATOLICISMO.

La libertad de conciencia y de pensamiento junto a sus -llamaríamos- más claras "manifestaciones", las libertades ideológica y religiosa, así como sus -podríamos, también, denominar- "vehículos" de transmisión, la libertad de opinión y de expresión, son en su conjunto, si cabe, las más fáciles de verse vulneradas ya que los métodos para conculcarlas están, las más de las veces, dotados de una gran sutileza.

Ayer recogía de la página web www.semanarioserbio.com un artículo -publicado originalmente en el sitio "Internet Novine Serbske" el 29 de mayo pasado y traducido por Vesna Floric- donde se refleja con meridiana claridad un ejemplo de la vulneración de los derechos humanos antes mencionados. El contenido de dicho artículo es el siguiente:

El metropólita para Zagreb (Croacia) y Ljubljana (Eslovenia), Monseñor Jovan, alarmó estos días al Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Serbia, enviando una carta en la que informa que "han sido convertidos en católicos decenas de serbios en distintas parroquias en Bjelovar". El metropólita afirma que en Croacia han sido convertidos en católicos unos 30.000 serbios y ese proceso sigue. "De la cifra de 150.000 ortodoxos serbios (antes de la guerra) en Zagreb hoy en día quedan sólo unos 19.000. que se declaran ortodoxos serbios" - afirma el párroco de Zagreb el padre Milenko Popović. Popović que vive y trabaja en Zagreb hace 25 años, antaño tenía 700 casas ortodoxas a las que visitaba con frecuencia, sin embargo hoy en día quedan tan sólo 36. Para que los serbios no tengan problemas el padre Milenko ya no visita sus casas.

Despiden al diácono.


Los serbios de los suburbios de Ivanić Grad han informado al diácono Ljubiša Miodragović que ya no acuda a su trabajo puesto que de ahora en adelante tendrán a un párroco católico ya que ahora son católicos. El mayor número de católicos conversos o ex ortodoxos serbios se da en las parroquias de Narta y pueblos como Laminac, Bosiljevo, Marinkovac Donji, Šumetić, Blatinac, Lipovčani, Derežani, etc. Milomir Gvojić, el párroco de Bjelovar, dice que este fenómeno se produce por el miedo a perder trabajo o para encontrar el trabajo con más facilidad. "Para que los niños no tengan problemas en el colegio los padres los inscriben en clases de la religión católica y de esa forma se convierten en católicos", dice Gvojić.


"La cifra de los nuevos católicos es menor que antes y después de la guerra aunque esa tendencia sigue. Las presiones sobre los serbios son enormes. Acuden a nosotros los padres de los niños serbios pidiendo certificados de bautismo. Con esos documentos van al párroco y le dan el visto bueno para que figure que sus hijos voluntariamente han pasado al catolicismo. Entre la Pascua y El Espíritu santo hubo un centenar de esas solicitudes. Puesto que nosotros no expedimos ese tipo de certificados, los párrocos católicos rebautizan a los niños sin ese documento" –declaró el padre Popović-. Popović añade un hecho aún más triste. Dice que los ortodoxos serbios que están casados con un católico o una católica exigen que sus padres sean enterrados como católicos.


Belgrado reacciona con desidia.


Secretario de la Asociación de Serbios de Croacia en Belgrado profesor Milojko Budimir para "Vesti" declaró que sorprende que el aviso del metropolita Jovan causara una reacción de desidia en la opinión pública en Serbia al igual que entre la comunidad internacional. "Es inadmisible que el Gobierno serbio no reaccionara, ni el Ministerio para las minorías, ni el presidente de Serbia, Boris Tadić. No culpo a la Iglesia católica croata. Ella lucha por el incremento de sus fieles y cumple lo que el Estado promueve, aunque éste lo haga de un modo encubierto. Ahora llegamos a las palabras del NDH (El Estado Independiente de Croacia) de Pavelić que con su programa prescribió para los serbios en Croacia de aquel entonces (Segunda Guerra Mundial): matar, expulsar y convertir" – declara Budimir-.

"En los entierros se congrega numerosa gente, así que a muchos no les gustaría que se descubra que tienen a un ortodoxo en su familia. Algo similar ocurre en las bodas. Hace poco un fiel ortodoxo me dijo que no se puede casar en la iglesia ortodoxa porque el párroco católico amenazó a su novia católica que jamás la confesará ni podrá comulgar" – destaca el padre Milenko-.

El Presidente del Comité civil de los derechos humanos - Zoran Pusić declaró públicamente que "entre los años 1991 y 2003 sólo en Zagreb 20.000. niños ortodoxos serbios se convirtieron en católicos".

Cierto es que una situación así (de manifiesta vulneración de los derechos humanos), después de la explosión nacionalista que -junto a la connivencia, aquiescencia o desentendimiento del resto de países europeos o, incluso, de las instituciones internacionales- contribuyó a la desaparición de la antigua República Federal de Yugoslavia en medio de horribles y devastadoras guerras y todo tipo de padecimientos, era esperable. Cierto es que, muy posiblemente, procesos parecidos se estén dando en otros países de la zona surgidos de la mencionada desintegración. Pero ni lo uno -lo esperable- ni lo otro -el todos son culpables-, ha de invitar al olvido, a la justificación y, mucho menos, a dejar de denunciarlo.

Desde aquí, desde este blog, lo hago. Y lo haría igualmente si otros ciudadanos -europeos o no, ortodoxos o no,...- se vieran en parecidas circunstancias. Y lo hago desde un acercamiento racional al problema, y cosmopolita. Pero, dada la naturaleza de este espacio, "De Ortodoxia", comprenderán que resalte estos graves hechos. Así como, dada la fe que me une a las víctimas, me concederán que mi sensibilidad se una a la razón en la denuncia.

Dice el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948): "Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho implica la libertad de cambiar de religión o de convicción, así como la libertad de manifestarlas individualmente o en común, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la predicación, el culto y el cumplimiento de los ritos". Añado que la Convención Europea para la Salvaguarda de los Derechos del Hombre y de las Libertades Fundamentales (1950) incluye un artículo -el 9º- prácticamente idéntico en su redacción, pero pleno en su misma significación y mismas implicaciones o exigencias.

Es evidente que en Croacia, a tenor de las cifras que se exponen en el artículo, así como en virtud de las declaraciones de los testigos, se está vulnerando derechos fundamentales de las personas y de los ciudadanos. Es cierto que se describen y denuncian una serie de circunstancias que -tal vez generadas por los tristes y trágicos enfrentamientos del pasado reciente- podemos atribuir a una mayor o menor "presión social", pero esto no puede ser justificativo de un desestimiento de las autoridades e instituciones políticas del Estado croata y, menos, de su laxitud a la hora de combatir y remover los elementos más o menos definidos de esa "presión social".

No, a menos que el Estado croata desista igualmente de adquirir -acorde con sus pretensiones de ingreso en la Unión Europea- los calificativos de "Democrático y De Derecho". No, a menos que el Estado croata se quiera hacer cómplice de una situación que, según todas las trazas, es de claro acoso a una minoría religiosa. Porque desestimiento, es complicidad. Dejación, es complicidad. Rendirse a la "presión social" -esto es, a la fuerza de las cosas y no a la fuerza del Derecho- es hacer abandono de las atribuciones garantistas del Estado. Es decir, digámoslo otra vez: complicidad.

No menos importante es la desidia que se denuncia de las autoridades e instituciones del Estado serbio y, por supuesto, tampoco la falta de intervención de la comunidad internacional, con las instituciones europeas y la ONU a su frente.

Por lo demás, para el "papel" que la Iglesia católica de Croacia está desempeñando en esta "historia" tengo calificativos que ahora, por amor a Cristo, prefiero ahorrarme. Pero, tal vez, lo que actualmente está sucediendo en Croacia -y que aquí se denuncia- pueda en parte explicarnos el nada tímido apoyo del Vaticano a la desintegración de Yugoslavia o, al menos, de la independencia de Croacia. Aquí, entiendo, sobre esta grave problemática que afecta negativamente a la deseada comunión inter-eclesial, la voz de Benedicto XVI debería también hacerse presente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me da tristeza este tipo de fenomenos, como católico que soy, porque solo repiten lo que sucedió en la rusia Zarista, que exterminaba todo vínculo de los cristianos con Roma, incluso durante el comunismo, en Ucrania, las Iglesias Ortodoxas Católicas, eran confiscadas para entregarlas al Patriarcado de Moscú, que despues de que el comunismo cayó ya no quiso regresarlas. Así no vamos allegar muy lejos como cristianos.

Nor dijo...

Me suena a estrateía política de la Iglesia Católica Romana, desde mi particular punto de vista, mejor que se mentengan Ortodoxos, con lo decadente que está la iglesia de Roma.